Según los especialistas consultados, la mayor dolarización de las carteras era inevitable ante las próximas elecciones, aunque los controles de los tipos de cambio paralelos generó más demanda

La fuerte volatilidad que por estos días experimentaron los tipos de cambio explícitos podrá descomprimirse en las próximas jornadas, pero la presión cambiaria continuará latente en el mercado paralelo de cara a las elecciones presidenciales.

Según especialistas consultados, si bien en un contexto de cepo la presión de los inversores por dolarizarse se sentirá menos que en otros contextos pre-electorales, este año no será la excepción.

La demanda de dólares seguirá in crescendo y el tenor de esta dinámica estará determinada, entre otros factores, por las señales económicas del programa que adoptará el candidato que gane en octubre.
«No hay sensación de una fuerte corrida, como por ejemplo hubo el año pasado después de la devaluación, cuando el blue llegó a $ 16. En algún momento el Gobierno va a unificar el tipo de cambio y si el dólar oficial se unificara, estaría más cerca de $ 12 que de $ 15, con lo cual eso le empieza a dar un techo al movimiento del blue», dijo Miguel Kiguel, socio de la consultora Econviews.

Sin embargo, el economista aclaró que el precio actual del dólar informal refleja la realidad de este momento y su valor futuro dependerá de la confianza que los actores económicos depositen en el próximo gobierno.
«Si los inversores consideran que el próximo gobierno va a hacer las cosas bien, con tasas de interés razonables y una política monetaria prudente, el dólar podría quedarse planchado o incluso bajar un poco. Pero bajo la percepción de que el próximo gobierno seguirá igual que el actual, en ese contexto va a seguir subiendo», remarcó Kiguel.

Según explicó Rodrigo Alvarez, director de la consultora Analytica, la mayor demanda de dólares se generó por condiciones macroeconómicas, la coyuntura y la especulación por la transición política.

Según el economista, para el ahorrista empieza a ser menos claro el retorno de sus ahorros si se mantiene en pesos después de diciembre y esa incertidumbre lo lleva al dólar.

«Si a esto le sumamos los rumores de que el gobierno va a prohibir el contado con liqui, la persecuciones a las cuevas y a las casas de cambio, toda esa lógica de policía genera una mayor preocupación», dijo Alvarez, para quien el Gobierno tiene que demostrar cómo va a refinanciar los vencimientos de la deuda –en especial del Boden 2015, que vence en octubre– y generar de esta manera más confianza sobre los fundamentals de la economía.

Asimismo, Alvarez aclaró que la presión cambiaria será mayor, a medida que se acerquen las elecciones. «A corto plazo jugamos con expectativas. Así sea Scioli el que gane las encuestas va a tener que establecer cambios para que la preocupación de los inversores no sea mayor», agregó.

De acuerdo a Pedro Rabasa, director de Empiria, el apetito del mercado por hacerse de dólares se apresuró demasiado cuando en realidad se esperaba que esta dinámica tome lugar entre agosto y septiembre. El punto de inflexión comenzó cuando se hizo pública la designación de Carlos Zannini como vicepresidente de Scioli. Aún así, el atraso cambiario y la cantidad de pesos en circulación lo hicieron inevitable, explicó Rabasa.

«El intento de eliminar las operaciones de contado con liqui fue demasiado fuerte, pero de todas maneras la presión cambiaria va a seguir in crescendo a medida que se acerquen las elecciones y que paralelamente, sea más dificil que los tenedores de pesos se conformen con las tasas de interés», dijo Rabasa.

Para el director de Empiria, el atraso cambiario es alto y la cantidad de dinero no va a bajar demasiado. En este sentido, los gobiernos electorales pueden tener distintos resultados, pero las presiones cambiarias son inevitables, agregó el economista.