Las distintas «especies verdes» que conviven en la plaza financiera pivotean en base a una cifra que para los inversores es clave, ya que está dando pistas sobre el valor que podría tener la divisa estadounidense en un futuro, si el próximo Gobierno decide unificar el mercado cambiario

El hecho de que en un país se celebre -como un gran logro- que la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo sea «apenas» inferior al 50% marca las particularidades de esa economía.
Este escenario, que en otras latitudes sería motivo de escándalo, en la Argentina provoca festejos.
Estas horas son de victoria para la dupla Kicillof-Vanoli, que antes del verano tenía pesadillas con un «blue» descontrolado y hoy se jacta de haber domado a un mercado díscolo.
Hasta desde las consultoras de las que habitualmente parten ácidas críticas para el Gobierno han reconocido, al menos parcialmente, los logros de la actual «pax cambiaria».
Lo que ahora falta es responder el interrogante más importante: ¿se trata de una calma circunstancial y pasajera, destinada a terminar en otra devaluación? ¿O, por el contrario, hay solidez como para afirmar que se podrá atravesar la transición política hacia el nuevo Gobierno sin que exista el temor de una corrección brusca?
Parece haberse instalado una nueva pulseada para ver cuál de estas respuestas queda instalada en la opinión pública. Según cuál prevalezca, el futuro inmediato podrá tener versiones muy diferentes.
Con la certeza de un dólar bajo control, será más fácil para el kirchnerismo cumplir su objetivo de reeditar un mini-auge del consumo. Y, bajo ese clima, mejorar sus chances electorales.
En cambio, si la incertidumbre sigue siendo la norma, será difícil convencer a los argentinos con capacidad de ahorro a que destinen sus pesos a otra cosa que no sea comprar billetes verdes.
Operativo convergencia
Desde que se implementara el cepo cambiario y hasta septiembre pasado, el blue fue alejándose en forma progresiva del valor oficial.
De hecho, antes que asumiera Vanoli (octubre) llegó a cotizar cerca de los $16. Frente a una brecha de casi 100%, la administración kirchneristaavanzó con una batería de medidas, tales como:

1. Mantener abierta la ventanilla del «dólar ahorro«, que calmó la demanda de divisas al tiempo que amplió la oferta en la plaza informal (compra y posterior reventa).
2. Aplicar fuertes multas a financieras y casas de cambio e incluso, clausurar algunas entidades.
3. Gestionar la llegada de «dólares chinos» -hasta ahora por u$s3.100 millones-, de la mano del acuerdo de swaps firmado con el gigante asiático.
4. Incrementar los controles para reducir operaciones de «conta con liqui» (comprar acciones y bonos en pesos y revenderlos afuera en dólares) ya que su precio incide sobre el blue.
5. Poner sus esfuerzos en mantener el nivel de reservas, para mejorar la relación dólares en el BCRA vs pesos en circulación.
El Gobierno logró restarle presión a la plaza cambiaria y acercar las diferentes cotizaciones de la divisa estadounidense.
Las diferentes cotizaciones, que ahora pivotean cerca de los $12, son:
• Blue ($12,82).
• Contado con liquidación ($11,97).
• Bolsa o MEP ($12,15).
• Turista ($11,89).
• Ahorro ($10,57).
Esto, a excepción del dólar ahorro, que goza de un «subsidio» que al Ejecutivo le costó nada menos que casi $10.000 millones en 2014 y otros $3.800 millones en lo que va de este año (ver cuadro).

dolarcompras

El Gobierno viene actuando al mismo tiempo sobre oferta y demanda para acercar las distintas posiciones.
Por el lado de la oferta:
• Mediante el afloje parcial del cepo a través de la venta de dólares ahorro, que ayuda a lubricar la plaza cambiaria. Los casi u$s500 millones que debe sacrificar el Gobierno cada mes es uno de los costos a pagar para calmar al blue.
• A través de la emisión de «bonos verdes» -muy apetecidos por el mercado-, que permite que ahorristas queden protegidos ante una devaluación, ya que pagan lo que pueda subir el tipo de cambio oficial más un plus. Avanzó en la emisión de casi u$s1.000 millones vía Bonad 2016 para luego colocar el Bonad 2018 por cifra similar.
Por el lado de la demanda:
• Alejando las expectativas devaluatorias, yendo para ello en busca de fuentes alternativas de fondeo (dólares chinos, sojadólares) como forma de mantener las reservas.
• Reduciendo operaciones de dolarización a través de un «operativo amedrentamiento», desempolvando cientos de expedientes con causas judiciales sobre bancos y casas de bolsa, muchas de ellas que datan de hace años.
El costo de la «estabilidad financiera»
En un año de elecciones, y con el objetivo de salvaguardar la actual estabilidad financiera, la administración kirchnerista está dando sobradas muestras de que la prioridad está puesta en cuidar el nivel de reservas, inflación y tipo de cambio.
Ante un escenario de escasez de divisas, la administración K se ve entonces obligada a tener que elegir entre:
• Cuidar las reservas, pagando por ello el costo de una mayor recesión en la actividad económica (freno a las importaciones de insumos que necesita la industria).
• Impulsar el crecimiento del país, pagando por ello el costo de perder reservas y generando así mayor inquietud en la plaza cambiaria (abriendo el grifo de divisas para costear la entrada de productos del exterior).
La realidad está mostrando que el Ejecutivo ha elegido la primera opción.
Así, la «estabilidad financiera» que tanto festeja Vanoli, tiene su «lado B». Por un lado, la demanda de dólares por parte de particulares viene batiendo récords mes tras mes, al punto que, el último año, la compra de divisas superó a la facturación en los 40 principales shoppings de Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano.
El otro «efecto colateral» de esta «pax financiera» es que, para cuidar reservas y contener el tipo de cambio, el Gobierno terminó convalidando una caída del ritmo de producción de las industrias, mediante el freno deimportaciones, lo que perjudica a distintas ramas de actividad.
Desde la consultora Economía & Regiones coinciden en que al Gobierno «hoy día le importa más el nivel de reservas, de inflación y del dólar que el de actividad». Y que procurará que las tenencias del Banco Central no caigan, de manera de preservar la estabilidad financiera.
La consecuencia, advierten, es que «habrá un deterioro de la producción y del empleo», ya que necesariamente la administración K tendrá que seguir frenando importaciones de una gran cantidad de insumos que necesita la industria para producir.
Por cierto, no es el único dilema que debe enfrentar. También la escasez de billetes verdes (producto de un país con déficit y sin crédito externo) lo obliga a tener que optar entre:
• Atrasar al dólar frente a la inflación, para que un alza del tipo de cambio no acelere el índice, a costa de que los productos argentinos se encarezcan aun más en el mundo.

• Propiciar una suba mayor del billete verde para no perder competitividad cambiaria, a costa de una disparada en los precios internos.
En este dilema, también el Ejecutivo ha elegido la primera opción.
El arduo camino al dóla de la convergencia
Para Javier González Fraga, ex presidente del Banco Central, «el Gobierno tiene una política económica subordinada a su objetivo político, que es llegar al 10 de diciembre sin que haya una corrida cambiaria».
Él es de los que cree que por factores estructurales y electorales «lo más probable es que el blue se mantenga en estos niveles por un tiempo».
«El precio actual del paralelo es mucho más razonable que los $16 que había llegado a alcanzar», consideró.
Por lo pronto, si se compara el actual contexto con el de hace unos meses, cuando el blue llegó a tocar su nivel récord para alejarse un 100% del oficial, el panorama luce un poco más aliviado.
Y el hecho de que hoy día los dólares tiendan a converger en una cifra cercana a los $12 da indicios sobre cuál podría ser la cotización futura de la divisa estadounidense.
De hecho, los pronósticos de distintos analistas y consultoras locales e internacionales -tal como se desprende del último informe FocusEconomics- arroja un valor promedio para el billete verde del orden de los $11,50 de cara al diciembre próximo.
Según el relevamiento, entre las proyecciones más elevadas se encuentran las de Citigroup, Santander y Merrill Lynch, que prevén que el dólar podría moverse entre los $12 y los $12,50 en diciembre.
El ex ministro de Economía, Domingo Cavallo, días atrás pidió «unificar el mercado cambiario para que todos los que tengan que vender o comprar divisas lo hagan en el mercado único libre de cambio, sin restricciones».
El titular del Banco Central había adelantado recientemente que el Ejecutivo tenía la «vocación» de una «normalización completa» del cepo cambiario, para luego asegurar que la idea era la de «ir lentamente normalizando las cosas».
Sin embargo, esto luego fue negado por el propio Kicillof.
Así las cosas, los analistas consideran que esa será, finalmente, un duro trabajo que quedará para la próxima administración.